Me lo metía: Sonaba el teléfono. Me lo sacaba: Vibraba el
teléfono.
Mientras el Mauro me penetraba no podía dejar de pensar que,
tal vez, esa llamada era de mi Maricón.
-
Sorry, necesito contestar al parecer. –le dije
súper apurada antes que colgaran.
-
Ven un ratito más, deja el celu ahora po. Ya po
que quiero irme en tu culito. –Esto último me lo susurró punteándome sobre la
cama.
-
No.
Creo que ese “no” fue tan seco y mala ondi que me dejó de
abrazar.
Aún en la cama, me estiré hacia el piso para tomar mi cartera
que yacía en él. Encontrar mi celu era un cacho entre tanta mierda, ya saben:
labial, audífonos, boletas, maquillaje y todo ese tipo de mierda que una guarda
en la cartera.
Al final era la Vivi. Ya
me va a cagar el momento ésta, pensé. Le corté pero, al instante, volvió a
llamar.
-
¡Qué querí, maraca culiá!
-
Quería contarte que me aburrí más que la chucha
en la cagá de junta a la que me obligaste a ir, loco, hice un sacrificio por ti
y me colgai el teléfono… Te pasaste, erí una perra.
-
Sorry…
¿Y qué más podía decirle después de que la obligase a
juntarse con nuestros exs compañeros para que me consiguiera el número de celu
de Maricón? Así que callé y me respondió.
-
La chana de la Camila sigue iguals de chana. El
mijito rico del Nacho sigue iguals de mijito rico, pero ahora marca más la ce
hache y suena casi tan chano como la Camila. – Así de la nada me empezó a
contar.
-
¡Oe loca! Dime si tienes el número no más,
después me cuentas los cahuines que lo que es yo, estoy bastante ocupada.
-
¡Ocupada le dicen ahora a tirarse al Mauro! ¿Vo
creí que soy weona? Me cansaste, sí lo tengo, te lo envío por Whats ¡ah! Y
chúpaselo rico.
Ignorando lo último que me dijo la Vivi mi corazón latió a
mil cuando me colgó y a continuación vi el mensaje de contacto en su chat.
Yo colgaba en la orilla de la cama aún mientras el Mauro,
impaciente, me miraba a la cara fijo.
¿Qué pasó? ¿Hablaste
con el amor de tu vida?, dijo y rió.
Algo así,
respondí. Igual era la Vivi, nos vamos a
juntar, me iré, agregué.
Sin pescar mucho al Mauro ni sus peticiones para que no me
fuera, me vestí y me largué rápido de ahí.
Al salir simplemente me senté en la vereda y agregué a
contactos el número de mi Maricón.
Vi su foto. Era él. Eran sus ojos. Era su mirada.
Hola, tipié y
envié.
¿Quién lo diría? Parece que él tenía más interés en mí que yo en él.